DISCRIMINACION
febrero 28, 2024Los principios de igualdad y no discriminación constituyen la esencia de los derechos humanos y ayudan a reducir las desventajas por numerosas razones y en muchos ámbitos. Los derechos humanos no se restringen a grupos especiales.
Son para todos, para toda la sociedad y para el mundo entero. Sin embargo, persiste la discriminación contra las minorías religiosas, étnicas y nacionales, las personas de ascendencia africana, los pueblos indígenas, las personas con discapacidad, los migrantes, las personas mayores, los niños, las mujeres y las personas LGBTI, entre otras. Las formas tradicionales de los prejuicios se combinan con la desigualdad social y de ingresos para impulsar el conflicto, el racismo y la xenofobia. Asimismo, el aumento de los medios de comunicación social ha provocado la difusión de mensajes de odio que alimentan la discriminación. Al mismo tiempo, la Agenda 2030 y su compromiso de «no dejar a nadie atrás» ha generado un empuje a favor de la igualdad y la no discriminación.
Nos dedicaremos a promover la igualdad y combatir la discriminación por medio de leyes e instituciones y alentaremos el discurso público inclusivo y basado en derechos; prestaremos especial atención a la discriminación contra mujeres, discapacitados y migrantes; combatiremos las expresiones de odio en los espacios digitales, y nos propondremos garantizar que el sistema de la ONU y la aplicación de los ODS adopten una respuesta basada en los derechos humanos a la discriminación y la desigualdad, para asegurarnos de que nadie quede atrás.
Junto con nuestros aliados, durante el período 2018 a 2021 trabajaremos para que:
Las leyes, políticas y prácticas combatan la discriminación en todas sus formas con más eficacia y que las autoridades responsables trabajen en forma activa para “no dejar a nadie atrás”; por ejemplo, abordando las causas fundamentales de la desigualdad.
Elaboraremos buenas prácticas para combatir la discriminación y estaremos en contacto con los encargados de formular políticas para su aplicación. Revelaremos las normas sociales subyacentes y nos pondremos al frente de la promoción estratégica para combatir toda legislación, práctica y política discriminatoria y oponernos al uso de perfiles raciales y prácticas segregacionistas y estigmatizantes. Facilitaremos y crearemos nuevas alianzas para el cambio positivo, y abogaremos por la inclusión de quienes queden rezagados en la aplicación y supervisión de los ODS. Apuntalaremos las acciones locales para combatir la discriminación y alentaremos a los jóvenes a expresarse en contra de la discriminación, incluso a través de las escuelas. En toda nuestra labor, prestaremos especial atención a la discriminación múltiple e interseccional y combatiremos las amenazas crecientes de la incitación al odio y los delitos de odio.
Los sistemas judiciales y las instituciones conexas incrementen el control y la investigación de la discriminación y brinden reparación a las víctimas.
Nos proponemos ayudar a los sistemas judiciales formales e informales a que apliquen un enfoque basado en los derechos humanos y centrados en las víctimas, mediante el asesoramiento jurídico y la asistencia técnica; alentar y ayudar a los Estados a abordar los factores que contribuyen a las disparidades en la administración de la justicia, inclusive mediante la recopilación y el análisis de datos comparativos; vigilar y luchar contra los prejuicios de las agencias de orden público, la administración de la justicia y las penas impuestas; y ayudar a los mecanismos nacionales e independientes de rendición de cuentas y las instituciones estatales para que controlen e investiguen los casos de discriminación. Además, facultaremos a grupos e individuos que padecen discriminación para que reclamen justicia y rendición de cuentas por las violaciones sufridas, incluso mediante la prestación de apoyo para litigios estratégicos.
Los marcos jurídicos y sociales aumenten la promoción de la autonomía y capacidad de decidir libremente de mujeres y niñas, y las protejan de la violencia, incluso en el espacio digital.
Ayudaremos en las acciones para promover la autonomía de mujeres y niñas y abordar de manera integral la violencia basada en género (VBG). Prestaremos ayuda para elaborar marcos jurídicos y políticos no discriminatorios y apropiados, centrándonos en la custodia, las órdenes de protección, el acceso a los servicios sociales, los legados, la nacionalidad, el trabajo, el acceso al crédito y la situación jurídica; proseguiremos los esfuerzos por integrar los derechos humanos en políticas que aborden el abuso y la violencia en línea; recopilaremos pruebas y orientación basada en derechos sobre la violencia basada en género, prácticas nocivas y el uso adecuado de las leyes penales, y evaluaremos los obstáculos que limitan la participación en línea de mujeres y niñas. Fortaleceremos la capacidad de diversos actores, incluida la sociedad civil, para vigilar la violencia basada en género y las prácticas nocivas, y reclamaremos enfoques que promuevan la autonomía y libertad de decisión de mujeres y niñas. Utilizaremos nuestro poder de convocatoria para generar espacios para el debate y el intercambio de conocimientos; y nos comunicaremos con nuevos aliados.
Las instituciones judiciales, los medios de comunicación y otros sectores reconozcan mejor y se opongan a los estereotipos de género y las normativas de género nocivas, con miras a su erradicación.
Realizaremos estudios sobre la forma en que los estereotipos de género y las convenciones sociales nocivas en medios de comunicación, sistemas judiciales y espacios digitales socavan la igualdad de género, y produciremos herramientas y orientación para fortalecer la capacidad de periodistas, jueces, empresas de tecnología digital, funcionarios de control de fronteras y agentes del orden público para hacer frente a los prejuicios de género nocivos en su labor. Aumentaremos la concienciación de jóvenes y comunidades y ayudaremos a las organizaciones de la sociedad civil a controlar y analizar los estereotipos de género e impugnar las convenciones sociales nocivas y los prejuicios.
Los principios y las prácticas combatan de forma eficaz la discriminación y la incitación al odio en los espacios digitales.
Apoyaremos el análisis de las repercusiones sobre los derechos humanos de la inteligencia artificial, los big data (grandes datos) y la discriminación y la incitación al odio en el espacio digital, además de identificar y esclarecer principios y mejores prácticas. Cooperaremos con gobiernos y el sector privado para proteger los derechos humanos en el espacio digital y abordar la discriminación y la incitación al odio. Ayudaremos a enfrentar la brecha digital y trabajaremos para integrar los derechos humanos en el sistema de la ONU en este ámbito.
Los derechos humanos de todos los migrantes sean protegidos, en especial los de migrantes en situaciones vulnerables.
Nos proponemos vigilar y presentar informes sobre los derechos de los migrantes durante todas las fases del ciclo de migración; abogar por la plena aplicación de las protecciones específicas a las que tienen derecho los migrantes en situaciones vulnerables; brindar asistencia técnica, material de orientación y conocimientos jurídicos en apoyo de enfoques relativos a la gobernanza de la migración basados en los derechos humanos, y fortalecer la capacidad de los Estados miembros, la sociedad civil, las instituciones nacionales de derechos humanos y los aliados de la ONU para promover y aplicar enfoques con perspectiva de derechos humanos. Realizaremos investigaciones y análisis de los problemas emergentes relacionados con la migración, incluidos los migrantes en situaciones vulnerables, el retorno y la reintegración, y los vínculos relativos a los derechos humanos entre la migración y el cambio climático, la pobreza, los derechos de la mujer y la protección infantil, y produciremos herramientas comunicativas para replantear las narrativas hostiles a la migración y amplificar las voces de los migrantes.
Aumente el respaldo público para las sociedades igualitarias, inclusivas y diversas, libres de discriminación.
Recopilaremos y difundiremos pruebas, relatos sobre derechos humanos y mensajes eficaces en apoyo de la inclusión, incluso sobre los efectos negativos de la discriminación, y apoyaremos las estrategias de comunicación y campañas multimedia, con el uso de las herramientas de los medios sociales, para llegar a los jóvenes y a los grupos marginados. Apoyaremos los programas educativos para escuelas y universidades y para diferentes públicos religiosos, centrándonos en la igualdad y la no discriminación, y colaboraremos en forma estrecha con aliados para generar apoyo popular para la inclusión y la diversidad en las sociedades.
El sistema de la ONU aplique una respuesta coherente y basada en los derechos humanos a la desigualdad y la discriminación, incluidas las múltiples formas interseccionales de discriminación.
¿que es?
Desempeñaremos un papel protagónico en el trabajo de la ONU sobre la discriminación y la desigualdad social y económica, en especial en el contexto de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que proporciona un marco general para abordar la discriminación, la exclusión y la desigualdad estructurales entre los países y dentro de ellos. Nos proponemos ayudar a los equipos de país de la ONU a garantizar que el compromiso de «no dejar a nadie atrás» de la Agenda 2030 esté fundamentado en los principios de igualdad y no discriminación; proporcionar apoyo técnico con respecto a los grupos específicos que sufren discriminación, sobre la base de nuevas investigaciones que examinarán las dimensiones de derechos humanos de la desigualdad, en relación con cuestiones como las políticas fiscales y tributarias, la protección social y los derechos laborales, y fortalecer la capacidad del sistema de la ONU para identificar y responder a las posibles violaciones y señales de advertencia sobre discriminación y desigualdad.
El trabajo en estos pilares cubre los componentes básicos de nuestro mandato, lo que permite la cobertura universal, aunque estratégica (dados los recursos limitados) de los derechos humanos en todos los países. Estos pilares temáticos son indivisibles e interdependientes y se refuerzan mutuamente.
Cuatro grandes «transformaciones»’ en nuestro enfoque que podrán adaptar mejor nuestro trabajo al cambiante contexto externo.
Ellas nos ayudarán a centrarnos en las principales amenazas a los derechos y en las oportunidades clave para potenciar el apoyo y así mejorar la protección y promoción de los derechos. Las transformaciones que realizaremos en nuestros seis pilares son:
- i. Apoyar la prevención de conflictos, violencia e inseguridad.
- ii. Proteger y ampliar los espacios cívicos.
- iii. Apoyar y aumentar el alcance mundial de los derechos humanos.
- iv. Cumplir con los derechos humanos en el contexto de las preocupaciones mundiales emergentes («cuestiones frontera en materia de derechos humanos»).
Estas ‘«transformaciones» unirán todavía más nuestras acciones como una sola Oficina; impulsarán la coherencia, la escala y los efectos mensurables de los derechos humanos en un mundo incierto.
Nuestra labor se «centrará en las personas». Asimismo, en todo lo que hacemos, incluso cuando nos centramos en los derechos humanos de otros grupos poblacionales, prestaremos especial atención a los derechos humanos de las mujeres, los jóvenes y las personas con discapacidad. En apoyo del compromiso relativo a los derechos humanos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible («no dejar a nadie atrás»), destacaremos las preocupaciones sobre los derechos humanos de las mujeres, los jóvenes y las personas con discapacidad, incluso en su calidad de defensores de derechos.
La discriminación ataca el corazón mismo de lo que significa ser humano. Discriminar es dañar los derechos de alguien simplemente por ser quien es o por creer en lo que cree. La discriminación es nociva y perpetúa la desigualdad.
Todos tenemos derecho a ser tratados por igual, con independencia de nuestra raza, etnia, nacionalidad, clase, casta, religión, creencias, sexo, género, lengua, orientación sexual, identidad de género, características sexuales, edad, estado de salud u otra condición. Y aun así, con demasiada frecuencia oímos historias desgarradoras de personas que sufren la crueldad sólo por pertenecer a un grupo “diferente” de quienes están en posiciones de privilegio o de poder.
La discriminación tiene lugar cuando una persona no puede disfrutar de sus derechos humanos o de otros derechos legales en condiciones de igualdad con otras personas debido a una distinción injustificada que se establece en la política, la ley o el trato aplicados. La labor de Amnistía Internacional se basa en el principio de no discriminación. Trabajamos con comunidades en todo el mundo para cuestionar leyes y prácticas discriminatorias y garantizar que todas las personas puedan disfrutar de sus derechos en condiciones de igualdad.
¿QUÉ IMPULSA LA DISCRIMINACIÓN?
En el fondo de todas las formas de discriminación están el prejuicio basado en conceptos de identidad y la necesidad de identificarse con un grupo determinado. Esto puede generar división, odio e, incluso, la deshumanización de otras personas porque tienen una identidad diferente.
En muchas partes del mundo, las políticas de la culpa y el miedo están en auge. La intolerancia, el odio y la discriminación causan una fractura cada vez mayor en las sociedades. La política del miedo divide a la población mientras los dirigentes difunden un discurso tóxico y culpan de los problemas económicos o sociales a determinados grupos o personas.
Algunos gobiernos intentan reforzar su poder y el statu quo justificando abiertamente la discriminación en nombre de la moral, la religión o la ideología. La discriminación puede incorporarse a la legislación nacional, a pesar de infringir el derecho internacional: por ejemplo, la criminalización del aborto, que niega a las mujeres, a las niñas y a las personas embarazadas los servicios de salud específicos que necesitan. Las autoridades pueden incluso considerar que ciertos grupos tienen más probabilidades de delinquir por el mero hecho de ser quienes son, como los pobres, los indígenas o los negros.
PRINCIPALES FORMAS DE DISCRIMINACIÓN
La discriminación étnica y racial
El racismo afecta a todos los países del mundo. De forma sistemática, niega a las personas la totalidad de sus derechos humanos sólo por su color, raza, etnia, ascendencia (como la casta) u origen nacional. El racismo sin control puede alimentar atrocidades en gran escala, como el genocidio de Ruanda en 1994 y, más recientemente, la limpieza étnica y segregación racial de las comunidades rohinyás en Myanmar.
En India, miembros de las castas dominantes cometen múltiples abusos contra los derechos humanos de la comunidad dalit. Debido a actitudes discriminatorias, la policía no se toma en serio los crímenes contra la comunidad dalit —entre ellos violaciones por parte de grupos, asesinatos, y la destrucción de sus viviendas— y a menudo no los investiga.
Amnistía Internacional también ha documentado la discriminación generalizada a la que se enfrentan millones de personas romaníes en Europa, que incluye amenazas de desalojos forzosos, hostigamiento policial y segregación de los niños y niñas romaníes en las escuelas.
Discriminación contra personas extranjeras o xenofobia
La discriminación contra la población extranjera se basa muchas veces en ideas de superioridad y racismo fomentadas a menudo por políticos que buscan chivos expiatorios para problemas económicos y sociales en un país.
Desde 2008, Sudáfrica ha experimentado varios estallidos de violencia contra personas refugiadas, solicitantes de asilo y migrantes procedentes de otros países africanos, con asesinatos, saqueos, y quema de tiendas y negocios. En algunos casos, los discursos cargados de odio de los políticos han avivado la violencia, al calificar erróneamente a las personas extranjeras como “delincuentes” y acusarlas de sobrecargar el sistema de salud.
La discriminación también es una característica común de la respuesta de la autoridades a las personas refugiadas y solicitantes de asilo en otras partes del mundo. Muchas personas de países que reciben a personas refugiadas y solicitantes de asilo consideran la situación como una crisis , y tanto políticos como dirigentes explotan ese miedo para prometer, y en ocasiones, promulgar políticas abusivas e ilícitas.
Por ejemplo, en 2018 Hungría aprobó un paquete de leyes punitivas, dirigidas contra grupos que, según el gobierno, apoyaban a las personas refugiadas y migrantes. Además, la autoridades también sometieron a las personas refugiadas y solicitantes de asilo a violentas expulsiones y malos tratos e impusieron la detención arbitraria de quienes intentaban entrar en territorio húngaro.
En Amnistía Internacional no estamos de acuerdo con que sea una crisis de cifras. Es una crisis de solidaridad. El problema son las causas que empujan a las familias y personas a cruzar fronteras y las respuestas miopes y poco realistas de los políticos.
CIFRAS BÁSICAS
Discriminación contra las personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales (LGBTI)
En todo el mundo, las personas sufren discriminación por amar a quien aman, por sentirse atraídas por determinadas personas y por ser quienes son. Las personas LGBTI pueden ser tratadas injustamente en todas las esferas de su vida, ya sea en el ámbito de la educación, el empleo, la vivienda o el acceso a los servicios de salud, y pueden sufrir acoso y violencia.
Algunos países castigan a las personas por su orientación sexual o su identidad de género con penas de prisión o incluso con la muerte. Por ejemplo, en octubre de 2019, el ministro de Ética e Integridad de Uganda anunció que su gobierno tenía previsto introducir la pena de muerte para actos sexuales consentidos entre personas del mismo sexo.
En 2019, Amnistía Internacional documentó la violencia, los abusos y la discriminación generalizada que sufren los soldados gays y trans en Corea del Sur a causa de la criminalización de las relaciones sexuales consentidas entre hombres en las fuerzas armadas, y examinó los obstáculos a los que se enfrentan las personas transgénero para acceder a tratamientos de afirmación de género en China. También trabajamos para garantizar que las marchas del orgullo pudieran celebrarse en países como Turquía, Líbano y Ucrania.
Para las personas LGBTI, es muy difícil, y en la mayoría de los casos imposible, vivir su vida en libertad y obtener justicia por los abusos sufridos cuando las leyes no están de su parte. Incluso cuando lo logran, las identidades LGBTI están muy estigmatizadas y estereotipadas, lo que les impide vivir su vida como miembros de la sociedad en condiciones de igualdad o disfrutar derechos y libertades que están disponibles para otras personas. Por eso los y las activistas LGBTI trabajan sin descanso por sus derechos, por ejemplo a no sufrir discriminación, poder amar a quien quieran, conseguir el reconocimiento legal de su identidad de género o gozar de protección contra los riesgos de agresiones y abusos.
Véase aquí más información sobre el trabajo de Amnistía Internacional en torno a los derechos de las personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales.

MÁS INFORMACIÓN SOBRE EL TRABAJO DE AMNISTÍA INTERNACIONAL EN TORNO A LOS DERECHOS DE LAS PERSONAS LESBIANAS, GAYS, BISEXUALES, TRANSGÉNERO E INTERSEXUALES.
Discriminación de género
En muchos países, en todas las regiones del mundo, existen leyes, políticas, costumbres y creencias que niegan a las mujeres y niñas sus derechos.
La ley prohíbe a las mujeres vestir como quieran (Arabia Saudí e Irán), trabajar por la noche (Madagascar) o solicitar un préstamo sin la firma de su esposo (Guinea Ecuatorial). En muchos países, las leyes discriminatorias limitan los derechos de las mujeres al divorcio, a la propiedad, a ejercer control sobre su propio cuerpo y a disfrutar de protección contra el acoso.
En la lucha permanente por la justicia, cientos de miles de mujeres y niñas han salido a las calles para exigir sus derechos humanos y pedir igualdad de género. En Estados Unidos, Europa y Japón, las mujeres se han manifestado contra la misoginia y el abuso en las marchas del movimiento #MeToo / #YoTambién. En Argentina, Irlanda y Polonia, las mujeres se han manifestado para exigir el fin de las leyes opresivas sobre el aborto. En Arabia Saudí han pedido que se ponga fin a la prohibición de conducir, y en Irán han pedido el fin del uso obligatorio del velo (hiyab).
En todo el mundo, las mujeres y niñas lideran las peticiones de cambio.
Sin embargo, pese al estratosférico aumento del activismo de las mujeres, la cruda realidad es que muchos gobiernos en todo el mundo apoyan públicamente políticas, leyes y costumbres que las someten y reprimen.
En todo el mundo, el 40% de las mujeres en edad de procrear viven en países en los que el aborto sigue estando estrictamente restringido o es inaccesible en la práctica, aunque esté permitido por ley, y alrededor de 225 millones de mujeres no tienen acceso a métodos anticonceptivos modernos.
Las investigaciones de Amnistía Internacional confirmaron que a pesar de que las plataformas de redes sociales permiten que personas de todo el mundo se expresen participando en debates, estableciendo redes y compartiendo información, empresas y gobiernos han dejado sin protección a las personas usuarias frente a conductas abusivas en Internet, lo que ha hecho que muchas mujeres, en concreto, se autocensuren e incluso abandonen definitivamente estas plataformas.
En cambio, en algunas partes del mundo, las redes sociales han dado más relieve a las peticiones de las mujeres de igualdad en el trabajo, una batalla que obtuvo una atención renovada en forma de llamamientos para reducir la brecha salarial de género, que actualmente es de un 23% a nivel global. En el mundo, las mujeres no sólo reciben de media un salario inferior al de los hombres, sino que tienen más probabilidades de hacer trabajos no remunerados y de trabajar en empleos informales, inseguros y no cualificados. Gran parte de estas condiciones se deben a unas normas sociales que consideran que las mujeres y su trabajo tienen una categoría inferior.
Aunque la violencia de género afecta de forma desproporcionada a las mujeres, sigue siendo una crisis de derechos humanos que la clase política continúa ignorando.
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